…Simplemente quería caminar, caminar por pasear, pasear por respirar, respirar por no pensar…
Hacía mucho frio, como viene siendo habitual en este invierno interminable, llevaba puesto el abrigo, los guantes, la bufanda, el gorro y cómo no!!! “la banda sonora” pegada a mis oídos… de repente me sentí observada y a juzgar por la expresión de su cara (sí, sí, esa cara de pensar “a que te denuncio a la SGAE”!!!) me di cuenta que estaba cantando…
Dicen que “quien canta su mal espanta”… y así debería ser, la música alegra los corazones, pero claro, siempre que no te dé por escuchar el recopilatorio de “grandes éxitos” que tú mismo has confeccionado minuciosamente y al que llamas “mis canciones favoritas”, “la banda sonora de mi vida” o cualquier otra cosa parecida cuando en realidad se debería llamar “música para llorar”…
Me consta que no soy la única “masoquista” que cuando está triste en vez de escuchar canciones alegres para animarse, cantar a “grito pelao” y bailar como un “potro desbocao”, acude a ese “grandes éxitos” que consigue deprimirte más..
Por qué lo hacemos??? Pues la verdad es que no lo sé, tal vez necesitemos llorar para desahogarnos, tal vez pensamos que con cada lágrima se evaporará un trocito de nuestra tristeza, tal vez como dijo “Séneca” es simplemente pereza…
"La tristeza, aunque esté siempre justificada, muchas veces sólo es pereza. Nada necesita menos esfuerzo que estar triste."
La otra noche en un documental de “La 2” (sí, yo soy de esa pequeña mayoría o inmensa minoría), el psicólogo
Richard Wiseman, hablaba sobre la actitud y como podemos cambiarla…
Hay una palabra que lo resume todo “la risa”, sí, así de fácil, la risa nos alegra, nos hace sentir mejor y más felices, por lo que deduzco que entonces llorar lo único que consigue es entristecernos más.
Pero claro, cómo te puedes reír si estás triste??? Supongo que lo primero que debemos hacer es dejar de escuchar el “grandes éxitos” y por otra parte él proponía sonreír repetidas veces aunque sea una risa forzada manteniéndola durante 10 segundos como mínimo y como “truquillo” para conseguirlo recomendaba poner un lápiz entre los dientes de manera que nuestra boca adopte la “posición” de la risa… (supongo que es una manera de “engañar” a nuestro cerebro), habrá que probarlo!!!
Esa misma noche, como ya había terminado de leer “El mundo” de
Juan José Millás, recuperé un libro que tenía “aparcado” desde hace… ufff!!! ahora que lo pienso, años!!! “Optimismo vital” de
Bernabé Tierno, sí, aquel que me regaló mi “amiga sureña” cuando vino a visitarme.
El punto de libro me indicaba que lo había “dejado” en el capítulo 8, curiosamente el contenido de sus palabras refuerzan la teoría anterior… en resumidas cuentas, que cuando estemos tristes debemos hacer todo lo contrario a lo que “nos pide el cuerpo”…
“Moverse en ambientes positivos, ver y hacer cosas que nos hagan reír, escuchar música (según indica es recomendable la “V Sinfonía de Beethoven”), hacer yoga, visualizar con la mayor realidad posible el estado positivo que deseamos adoptar, dejarse contagiar por personas “medicina”, tocar, besar, abrazar…”
“En el fondo, en la vida no hay más que lo que en ella metemos” (Madame de Swetchine)
Así que…
Hoy pinto un Sol en mi ventana, me pongo el lápiz entre los dientes para dibujarme una gran sonrisa, cambio “el grandes éxitos” por la “V Sinfonía”… aunque sinceramente con esto último tengo mis dudas… no sé si sería más divertido escuchar el “bulería, bulería”!!!