A estas alturas de la convivencia, mi compañero de piso debe estar arrepintiéndose y pensando que está fuera de lugar…
Me imagino las conversaciones que tendrá con sus amigos… “que pesada es!, todo el día me persigue con el “dichoso” reciclaje…”
“Noooooo, ese no es su lugar, el plástico en el amarillo!!!…” (tal vez los “procedimientos” que hay en la puerta de la nevera deberían estar en otro lugar…)
La otra tarde lo vi tirado en el sofá y le propuse ir a dar una “vueltecita” para que le diera el aire y enseñarle los “lugares clave” de nuestro entorno… aceptó, así que le dije, perfecto!!!, yo llevo el plástico y el papel y tu coges las bolsa del vidrio… jajajaja!!! Me puso una cara… y lo llevé al lugar donde se encuentran los contenedores de reciclaje… supongo que había pensado que lo iba a llevar de bares!!!
No sé si fue a modo de venganza, pero tras recibir una llamada, me propuso acompañarle a llevar una documentación de trabajo a un “colega”… pensé, a estas horas, tan tarde??? y al poco rato estaba en un local con un “ambiente”… me vi rodeada de hombres de “esos” que se pueden mirar pero no tocar!!!... me sentí totalmente fuera de lugar…
Pero hay muchas otras cosas que te hacen sentir que no estás donde deberías estar…
Cuando rodeada de “niñatas malcriadas” con las que no tienes nada en común, tienes que poner excusas (para no ofender) ante la insistencia reiterada (a santo de qué???) para que salgamos de cañas+ cena+ discoteca… einssssssss???
Cuando cada mañana, (como si fuera una madre), tienes que despertar a tu compañero de piso (de 37 años) para que vaya a trabajar… argggggggggg!!!
Pero lo peor que te puede pasar para sentirte fuera de lugar es que alguien no te mire a los ojos al hablar… ufffff!!!
Dicen que “el tiempo pone todo en su sitio”…
Una reflexión, tal vez todo está donde debería estar y simplemente soy yo la que está fuera de lugar…